Paula soñó que una gran raíz crecía bajo el piso de su casa de madera de lapacho. Era veloz su avance de garra, abriéndose camino por las rendijas de las tablas, por las ventanas abiertas al bochorno del verano.
La raíz, ya transformada en músculo de infinitos tentáculos llegaba a la cama de Paula y comenzaba a enroscarse.Gritó. Pero su voz tenía sonido de tierra y se le quedaba detenida en la garganta. No podía trasponer los límites de la pesadilla.
Paula no sabe cómo pasó del miedo a la vigilia, cubierta de un sudor espeso, insidioso. A través de la ventana vio a su padre caminando, dirigiendo a voces a la cuadrilla de peones que estaba en la tarea de derribar el enorme aguaribay, sobre cuyas raíces salientes y poderosas había trajinado tantas siestas, construyendo los territorios imaginarios de sus juegos.
Marina Siri (una de las extracontinentales de Vivero)
1 comentarios:
El relato guay pero la foto no me digas, un poco seria pero igual de guay
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